HOY LOS PADRES ME PARECE QUE NO VAMOS A COMER FUERA Y NOS VAMOS A CONFORMAR CON UN DIBUJO DE REGALO,馃槉.
ESTE TRABAJO PUEDEN REALIZARLO LOS ALUMNOS DE COMPENSATORIA
QUIERO SABER M脕S. .(...A copiar con buena letra).
EL DECAMER脫N
Alrededor de 1350, el escritor italiano G. Boccaccio escribi贸 un libro muy importante en la historia de la Literatura universal, "El Decamer贸n".
Cuenta como 10 j贸venes, (7 mujeres y 3 hombres), deciden esconderse en una casa de campo y no salir en 10 d铆as con la finalidad de escapar y no contagiarse de la PESTE NEGRA, la epidemia que asol贸 Europa en 1348 y que termin贸 con la mitad de la poblaci贸n europea.
( En aquella 茅poca, no sab铆an c贸mo ven铆a la enfermedad ni tampoco la forma de transmisi贸n. Afect贸 a todas las clases sociales (el rey Alfonso XI muri贸 debido a la epidemia) y la 煤nica soluci贸n era refugiarse y no salir de casa ¿te suena, no?).
Los j贸venes, (que no ten铆an ni tele ni internet) para distraerse deciden contarse historias y cuentos. Cada d铆a uno de ellos es nombrado l铆der y decide el tema. Cada uno de ellos cuenta una historia, luego en total el libro tiene 100 cuentos. (10 d铆asX10 cuentos). De ah铆 viene el t铆tulo. Deca significa 10 (dec谩metro, dec谩gono...)
Algunos de ellos son muy infantiles, otros ( no son aptos para ni帽os) est谩n llenos de picard铆as, juegos de palabras, malentendidos....
Esta obra, por su tem谩tica variada, por c贸mo trata muchos de esos temas de forma c贸mica: relaciones de pareja, relaciones de trabajo, enga帽os de mujeres a maridos y viceversa, lo que puede ocurrir en un convento... es considerada una de las mejores obras de la Historia.
Ahora os adjunto uno de los cuentos. (ES EL M脕S INOCENTE DE TODOS).
EJERCICIOS.
Busca en Internet informaci贸n sobre Giovanni Boccacio y c贸piala
Mira el video que te adjunto sobre la PESTE NEGRA DE 1348 y haz un peque帽o esquema con las ideas fundamentales.
Lee el cuento que te adjunto y haz un resumen:
"Micer Conrado, ciudadano de
Florencia, fue siempre hombre muy gastador y magn谩nimo, aficionado a perros de
caza y p谩jaros, sin hablar de sus dem谩s aficiones. Elegante y apuesto de
figura, vest铆a un traje de terciopelo negro, y un fant谩stico manto verde.
En el sombrero, luc铆a una pluma roja. Cuando cabalgaba, montaba un caballo blanco de raza 谩rabe, r谩pido como el viento.
Cierto d铆a, cazando con su halc贸n, cobr贸 una grulla, como la vio tierna y gorda, orden贸 que se la entregaran a un cocinero, para que la asara y la sirviera en la cena.
Deben saber que el cocinero, veneciano de origen, se llamaba Chichib铆o, era un hombre gordo, gracioso, astuto, y el mayor y m谩s ingenioso p铆caro que se ha conocido.
Tom贸 pues la grulla y se puso a asarla lo m谩s exquisitamente que 茅l sab铆a. Estaba ya casi guisada en el espet贸n y exhalaba un olorcito muy agradable, cuando entr贸 en la cocina Bruneta, una joven bonita como una flor de la que estaba enamorado Chichib铆o. Con el penetrante humillo que desped铆a el ave reci茅n salida del asador, a Bruneta le entraron las ganas de probarla y, sin vacilar un instante, le pidi贸 un muslo del ave al cocinero.
Bromeando con ella y canturreando, le dijo Chichib铆o:
-¡No lo tendr谩s, se帽orita Brunetta!
Pero tras una divertida discusi贸n tanto porfi贸 Brunetta que Chichib铆o, deseando conquistar a su adorada, cort贸 el muslo de la grulla y se lo dio. Hab铆a aquel d铆a numerosos invitados a cenar.
La grulla fue servida a la mesa con un solo muslo. Uno de los invitados, el primero que se dio cuenta, manifest贸 su sorpresa. Entonces, Micer Conrado mand贸 a llamar al cocinero y le pregunt贸 d贸nde estaba el otro muslo del ave. El veneciano contest贸 con el mayor descaro que las grullas s贸lo ten铆an una pata.
-¿Crees t煤 que no he visto m谩s grullas que 茅sta, embustero?- protest贸 Micer Conrado.
-Se帽or, lo que acabo de decirle es la pura verdad. Si usted lo duda, me comprometo a prob谩rselo con las que est谩n vivas- respondi贸 el cocinero, con frescura.
Todo se rieron de semejante respuesta. Conrado, no queriendo discutir delante de los comensales, le dijo a Chichib铆o:
-¡P铆caro redomado! Ya que porf铆as en demostrarme lo que no he visto ni o铆do en mi vida, veremos si ma帽ana mantienes tu palabra. Te juro que si no lo haces, te acordar谩s de tu cabezoner铆a.
Al d铆a siguiente. Micer Conrado- que no hab铆a podido pegar el ojo en toda la noche, resentido contra su cocinero- se levant贸 a despuntar el alba.
Pidi贸 su caballo. Orden贸 al taimado que subiera a otro y le siguiera y se dirigieron a un riachuelo en cuya orilla se ve铆an grullas a aquella hora. En el camino, despechado y con gran enojo, le dec铆an de cuando en cuando:
-Vamos a ver cu谩l de los dos tiene la raz贸n.
Cerca del riachuelo, Chichibio fue el primero en divisar una docena de grullas que se sosten铆a con un solo pie, seg煤n su costumbre cuando duermen. Enseguida se las mostr贸 a su amo , dici茅ndole:
_ ¡Mire, se帽or, c贸mo lo que le dec铆a era la pura verdad! ¿Observe aquella grulla, no tiene m谩s que una pata!
-Y yo voy a probarla que tiene dos. – respondi贸 Micer Conrado, col茅rico – Espera un momento. Y aproxim谩ndose a las aves, empez贸 a gritar: !Hu, hu, hu huuuu!
A semejante grito, despertaron las grullas, alargaron la otra pata y echaron a volar a toda prisa.
-Vamos, tunante ¿Qu茅 dices ahora? ¿Tienen las grullas una pata o dos?
-¡Se帽or- respondi贸 Chichib铆o, que no sab铆a como salir del atolladero – Usted no grit贸 anoche:! Hu, hu hu, huuuu! Si lo hubiera hecho, la grulla aquella habr铆a alargado la otra pata lo mismo que 茅stas.
A Micer Conrado le admir贸 y le hizo mucha gracia aquella respuesta ingeniosa, por la cual, magn铆ficamente, perdon贸 a su cocinero la trampa y regresaron a casa amistosamente."
Giovanni Bocaccio, El Decamer贸n.
En el sombrero, luc铆a una pluma roja. Cuando cabalgaba, montaba un caballo blanco de raza 谩rabe, r谩pido como el viento.
Cierto d铆a, cazando con su halc贸n, cobr贸 una grulla, como la vio tierna y gorda, orden贸 que se la entregaran a un cocinero, para que la asara y la sirviera en la cena.
Deben saber que el cocinero, veneciano de origen, se llamaba Chichib铆o, era un hombre gordo, gracioso, astuto, y el mayor y m谩s ingenioso p铆caro que se ha conocido.
Tom贸 pues la grulla y se puso a asarla lo m谩s exquisitamente que 茅l sab铆a. Estaba ya casi guisada en el espet贸n y exhalaba un olorcito muy agradable, cuando entr贸 en la cocina Bruneta, una joven bonita como una flor de la que estaba enamorado Chichib铆o. Con el penetrante humillo que desped铆a el ave reci茅n salida del asador, a Bruneta le entraron las ganas de probarla y, sin vacilar un instante, le pidi贸 un muslo del ave al cocinero.
Bromeando con ella y canturreando, le dijo Chichib铆o:
-¡No lo tendr谩s, se帽orita Brunetta!
Pero tras una divertida discusi贸n tanto porfi贸 Brunetta que Chichib铆o, deseando conquistar a su adorada, cort贸 el muslo de la grulla y se lo dio. Hab铆a aquel d铆a numerosos invitados a cenar.
La grulla fue servida a la mesa con un solo muslo. Uno de los invitados, el primero que se dio cuenta, manifest贸 su sorpresa. Entonces, Micer Conrado mand贸 a llamar al cocinero y le pregunt贸 d贸nde estaba el otro muslo del ave. El veneciano contest贸 con el mayor descaro que las grullas s贸lo ten铆an una pata.
-¿Crees t煤 que no he visto m谩s grullas que 茅sta, embustero?- protest贸 Micer Conrado.
-Se帽or, lo que acabo de decirle es la pura verdad. Si usted lo duda, me comprometo a prob谩rselo con las que est谩n vivas- respondi贸 el cocinero, con frescura.
Todo se rieron de semejante respuesta. Conrado, no queriendo discutir delante de los comensales, le dijo a Chichib铆o:
-¡P铆caro redomado! Ya que porf铆as en demostrarme lo que no he visto ni o铆do en mi vida, veremos si ma帽ana mantienes tu palabra. Te juro que si no lo haces, te acordar谩s de tu cabezoner铆a.
Al d铆a siguiente. Micer Conrado- que no hab铆a podido pegar el ojo en toda la noche, resentido contra su cocinero- se levant贸 a despuntar el alba.
Pidi贸 su caballo. Orden贸 al taimado que subiera a otro y le siguiera y se dirigieron a un riachuelo en cuya orilla se ve铆an grullas a aquella hora. En el camino, despechado y con gran enojo, le dec铆an de cuando en cuando:
-Vamos a ver cu谩l de los dos tiene la raz贸n.
Cerca del riachuelo, Chichibio fue el primero en divisar una docena de grullas que se sosten铆a con un solo pie, seg煤n su costumbre cuando duermen. Enseguida se las mostr贸 a su amo , dici茅ndole:
_ ¡Mire, se帽or, c贸mo lo que le dec铆a era la pura verdad! ¿Observe aquella grulla, no tiene m谩s que una pata!
-Y yo voy a probarla que tiene dos. – respondi贸 Micer Conrado, col茅rico – Espera un momento. Y aproxim谩ndose a las aves, empez贸 a gritar: !Hu, hu, hu huuuu!
A semejante grito, despertaron las grullas, alargaron la otra pata y echaron a volar a toda prisa.
-Vamos, tunante ¿Qu茅 dices ahora? ¿Tienen las grullas una pata o dos?
-¡Se帽or- respondi贸 Chichib铆o, que no sab铆a como salir del atolladero – Usted no grit贸 anoche:! Hu, hu hu, huuuu! Si lo hubiera hecho, la grulla aquella habr铆a alargado la otra pata lo mismo que 茅stas.
A Micer Conrado le admir贸 y le hizo mucha gracia aquella respuesta ingeniosa, por la cual, magn铆ficamente, perdon贸 a su cocinero la trampa y regresaron a casa amistosamente."
Giovanni Bocaccio, El Decamer贸n.
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